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Expulsión de Plutarco Elías Calles en 1936

 La expulsión de Plutarco Elías Calles en 1936 fue un evento crucial en la historia política de México, ya que marcó el fin definitivo del Maximato y consolidó el poder de Lázaro Cárdenas como líder indiscutible del proyecto revolucionario. Calles, quien había ejercido una influencia dominante en la política mexicana desde su presidencia (1924-1928) y durante los gobiernos subsecuentes, se había convertido en un símbolo del control autoritario y de la resistencia a las reformas radicales. Sin embargo, su expulsión por parte de Cárdenas representó un giro decisivo hacia la consolidación de un Estado más incluyente y comprometido con los ideales de la Revolución. El proceso que llevó a la expulsión de Calles comenzó en 1935, cuando Cárdenas, quien había asumido la presidencia en 1934, empezó a distanciarse de su antiguo mentor. Aunque inicialmente Calles había apoyado la candidatura de Cárdenas, esperando mantener su influencia sobre el gobierno, pronto quedó claro que el nuevo presidente tenía una visión diferente del proyecto revolucionario. Cárdenas buscaba implementar reformas más profundas, como la redistribución de tierras, la nacionalización de recursos estratégicos y el fortalecimiento de los derechos laborales, lo que chocaba con los intereses de las élites políticas y económicas que Calles representaba. La ruptura entre Cárdenas y Calles se hizo evidente cuando el presidente comenzó a tomar decisiones sin consultar al "Jefe Máximo", lo que generó tensiones dentro del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y en el gobierno. Calles, acostumbrado a ejercer un control casi absoluto, no aceptó fácilmente la independencia de Cárdenas y comenzó a conspirar para debilitar su autoridad. Sin embargo, Cárdenas, consciente de la necesidad de consolidar su poder, actuó con firmeza y determinación. En junio de 1935, ordenó la expulsión de Calles del país, acusándolo de conspirar contra el gobierno y de obstaculizar las reformas revolucionarias.En el ámbito internacional, la expulsión de Calles también tuvo repercusiones, ya que reforzó la imagen de Cárdenas como un líder comprometido con la justicia social y la soberanía nacional. Este hecho, sumado a las reformas implementadas durante su gobierno, como la expropiación petrolera en 1938, situó a México como un referente en la lucha contra el imperialismo y en la defensa de los derechos de los trabajadores. Aunque la expulsión de Calles generó tensiones con algunos sectores conservadores y con intereses extranjeros, también fortaleció la legitimidad del gobierno y el apoyo popular a Cárdenas. En resumen, la expulsión de Plutarco Elías Calles en 1936 fue un evento crucial en la historia de México, ya que marcó el fin del Maximato y consolidó el poder de Lázaro Cárdenas como líder indiscutible del proyecto revolucionario. Este evento permitió la implementación de reformas más radicales y profundas, que transformaron la sociedad y la economía mexicanas, y sentaron las bases para un Estado más incluyente y comprometido con los ideales de la Revolución. Aunque la expulsión de Calles generó tensiones y conflictos, también abrió el camino para la construcción de un México más justo e igualitario.

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